Poema al fuego eterno

El fuego es purificador, hipnótico, imprescindible. Desde la noche de los tiempos la oscuridad se ha iluminado con él. Nada que yo le cuente le será nuevo. El fuego es  el indispensable antagonista del agua: ambos, de facto, son elementos esenciales para la existencia. 

A continuación, le comparto unos versos dedicados a la hoguera, a lo sagrado, a las innumerables paradojas del ser.

La llama sagrada

En el centro de la hoguera
baila el fuego sagrado. 
Como una refinada bailarina
que se contonea sin control, 
sin juicio, sin velo.  
Su cuerpo de flama es una danza
que seduce al tiempo, al espacio,
a la mirada cautiva. 
En su interior respira el corazón
que más calienta. 
Un sol en rojo profundo
y amarillo ocre.

Rodeando su luz dorada
hay doce apóstoles:
una docena de misioneros
haciendo un círculo. 
En forma de reloj pasarán la noche. 
A cada hora que marque el crepúsculo
lanzarán un suspiro.
Un delicado soplo que no apague la lumbre
y ascienda a los cielos.
Cuando llegue el amanecer
seguirán pidiendo deseos;
el más certero embarazar a una estrella.
Dejar en cinta a un trozo del cielo.
Nueve meses de antojos
para un lucero elegido.

Es madrugada
y el horizonte más cercano
se está llenando de partículas: 
motas de ceniza, polvo de brasa,
una leve nube de reliquias.
Entre las fauces de la noche
relumbra el páramo.
Sobre la piel de la estepa
flamea una falla.
Desde el cielo todo parece…, 
una pequeña cerilla prendida en la tierra. 

Más poemas que arden a fuego lento

Ahora le damos paso al formato multimedia. El siguiente vídeo es otro bocado de poesía para tiempos de auxilio. ¡Ojalá sean de su agrado!

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